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CON
CICCIOLINA EN LA GASOLINERA
Tenía
que echarle gasolina al carro, y me acerqué a un surtidor dentro del
Monasterio de San Juan, en Burgos, donde me dijeron que tenían buen
precio. Allí había una calesa, un coche antiguo y una guagua,
además de la típica bicicleta del empleado o empleada.
Como
este Monasterio además es Museo Marceliano Santamaria, pintor de
paisajes castellanos, gocé de toda la corte celestial de sus
cuadros, que me supieron a mucho.
-Lo
que vale este pintor, me dijo un ujier.
Esta
vez, gracias a Príapo y su prurito de orinar, tuve necesidad de ir a
los servicios.
Allí
vi un calendario con la foto de Cicciolina:
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Que
era para chupar y besar.
Oriné
y, enseguida Príapo se elevó de una forma descomunal y fiero, y
como un atleta tan potente atravesó la foto por entre sus labios.
Tanto ardor empleó, tanto esfuerzo, que al fin su suerte hizo que la
foto quedara totalmente arrancada de los meses, doblándola y
guardándosela en el bolsillo, aun manchada.
De
este lance, siempre recuerdo y digo:
-Yo
barrunto que el tal lance fue causa de aquel ardor y amor que tuve
por las mujeres que, a partir de ese día, me hizo visitar pisos de
citas y putiferios.
Cuando
voy a echar gasolina, siempre entro en los servicios por ver si me
encuentro con un calendario de la Cicciolina, tan preciosa que
alucinó a un pueblo entero como Italia, y a todo el Orbe.
La
última vez que estuve en el Monasterio de San Juan ya no había
calendario alguno y, en los servicios de las otras gasolineras no
encontré más que calendarios de santos obscenos y de algunas putas
vírgenes de poco pelo.
Una
noche, tuve un sueño en que la diosa Siria ¡qué bribona¡ a quien
venero y amo, me dijo.: -Te amo; y, a continuación me contó que don
Quijote también la veneraba, y por casas y mesones por los que
anduvo con Sancho Panzas siempre fue buscando a su Dulcinea del
Toboso, cometiendo acciones bien obscenas con su Príapo, mientras
Sancho Panza lo hacía con su Asno.
La
diosa Siria se me apareció en el sueño: era una mujer representada
en forma de pez con cabeza, brazos y pecho de mujer, casada, como
ella me dijo, con el dios Hadad, y con una hija, Semíramis, que fue
reina de Babilonia.
Que
a ella le gustaba hacerme pajas mientras dormía, y que Dulcinea del
Toboso tenía la misma constitución anfibia que ella; que, por eso,
don Quijote se había perdido por ella.
Yo,
abochornado y vencido en el sueño, sentí que Siria se abalanzó
sobre mi Príapo, y a la sombra de mis mismos sueños oníricos, me
capó.
Pero,
al fin, pude dormir entre pétalos blancos de capullo.
Foto de Daniel e imagen de Wilkipedia proporcionados por el autor